LA SUMA DE INSTANTES


"A veces no conoces el verdadero valor de un momento 
hasta que se convierte en memoria"

Dr. Seuss



Habíamos estado caminando por la Sierra de Aranga en aquella primera salida del mes de enero, aquel día el que sol lucía en todo lo alto desde que apareció por detrás de las montañas, el valle helado por la fría noche comenzó a recoger rápidamente los rayos de aquel sol que nos regalaría, también a nosotros otro hermoso día en la montaña, ni ella ni yo teníamos prisa, dejamos que las horas fueran pasando contemplando unas montañas cubiertas por la nieva, sobrevolando con la mirada los bosques de unas hayas que adormecidas esperaban el final de aquel invierno. A aquel sol ya le quedaba poco para desaparecer de nuevo en la montaña, sus rayos invitaban a sentarse, esperar, disfrutar de aquella quietud a la que el atardecer invitaba.


Aquellos rayos que amarilleaban la inmensidad del valle imponían el ritmo a la naturaleza y ella generosa quiso ofrecernos un instante de infinito agradecimiento, sentados en lo alto de aquel prado contemplábamos la inmensa mole del Tiatordos cuando de repente una pareja de corzos entro lentamente en el, casi nos dimos cuenta a la vez de nuestra presencia, ellos nos miraban y nosotros los mirábamos a ellos en un precioso instante en el que las miradas de los cuatro se cruzaron mientras el sol seguía descendiendo sobre aquella montaña.


Ella casi sin mirarme salió rápidamente prado abajo rompiendo aquella infinita quietud, precipitando su alocada carrera al encuentro de aquella pareja, yo ensimismado como estaba apenas me di cuenta hasta que ya esta muy cerca y ellos asustados emprendieron su huida entre aquella hayas adormecidas, desnudas; la llamé y detuvo su carrera, mientras ellos se perdían en el bosque. 


La escena fue justo en el límite de los árboles justo donde mi compañera tiene su hocico, subió rápidamente a mi lado y de nuevo los dos nos quedamos absorbidos por aquella inmensa quietud de los últimos rayos de luz de aquella tarde de enero.


La calma volvió a reinar de nuevo, los corzos fueron algo sublime en aquel instante, como si en aquel enorme prado un pianista hubiese interpretado una preciosa melodía, ninguno de los dos teníamos prisa, el sol comenzaba a descender con más rapidez, nos parecía, ella apoyó su cabeza en el lugar que antes ocupaban mis botas y un instante después aquel el sol nos regaló la última de las luces de aquel hermoso día de principios de enero.


Dicen que la felicidad es un instante, 
¿pero acaso la vida no es una suma de instantes?

José Narosky





Comentarios

El tejón ha dicho que…
Ese instante y otros quedan para siempre en el recuerdo.
Un abrazo.
VENTANA DE FOTO ha dicho que…
Además de embelezarme, con tus lindas fotos, me quedo con la frase del Dr. Seuss. Esos momentos que hemos vividos, lo echamos ahora de menos y no tiene vuelta atrás.

Besos