SRI LANKA (DE KANDY A NUWARA ELIYA)




Amanece en la bulliciosa Kandy, la ciudad se llena de tráfico y gente que pasea por sus calles, tuc tucs que se meten por rincones inimaginables y el sonido de los pájaros que aún se escucha en la ciudad, el lago es un remanso de paz y hoy descubriremos una de las joyas de esta hermosa ciudad: el Templo del Diente de Buda, en cuyo interior se guarda una de las más importantes reliquias del budismo: el canino izquierdo de Buda.


El templo fue construido en el siglo XVI durante el reinado de Vimala Dharma Suriya I (1590-1604), fue saqueado en el ataque de los holandeses a la ciudad y el rey Rajasinghe II (1634-1886) lo reconstruyó. El último rey de Kandy, Sri Wickrama Rajasinghe restauró el palacio, construyó el foso y sustituyó los accesos originales por una gigantesca puerta de piedra. 

 



 


Es mucha la seguridad para entrar en el reciento del templo, en el año 1.998 un camión-bomba situado en la entrada principal del templo acabó con la vida de doscientas personas, el atentado ejecutado por los Tigres Tamiles, terroristas que reclamaban la creación de un Estado Tamil e hindú independiente del cingalés. Casi todos los edificios de alrededor volaron por los aires, la onda expansiva causó daños en cinco kilómetros y el suelo se convirtió en un cráter. Milagrosamente, tal vez por la protección de la reliquia, el Templo quedó prácticamente intacto salvo unos leves destrozos.

 



El diente se encuentra en el relicario que podéis ver en la fotografía superior, se guarda en una urna con joya de oro en forma de estupa, un conjunto de siete urnas, una dentro de la otra. Se accede por tres puertas cuyas llaves las tienen tres monjes distintos que son los encargados de abrirlas para que los fieles les entreguen las ofrendas (fotografía inferior). 


  


El santuario principal es una estructura de dos plantas con muros y puertas decorados. La cámara donde se encuentra la reliquia se encuentra en la planta superior, hasta allí acuden los peregrinos a rezar y dejar sus ofrendas. En la parte baja se encuentran una serie de estatuas de Buda, algunas obsequio de diferentes países del mundo. Las pinturas de las paredes narran la historia de la reliquia y de como llegó hasta la ciudad de Kandy.

 


La historia cuenta que cuando Buda (543 a.C.), y lo incineraron alguien rescató de la pira uno de sus dientes. Éste fue trasladado a Ceilán (siglo IV) por una princesa del Reino indio de Kalinga, quien lo escondió en su cabello para protegerlo y asegurar que llegara sano y salvo a su destino, primero se llevó la reliquia a la que era la capital de la isla, Anuradhapura, allí fue guardada durante siglos, aunque cuando fue abandonada pasó a estar guardada en un santuario de Polonnaruwa. Su última morada en el año 1.592, a pesar de ser robada en varias ocasiones por holandeses, ingleses y portugueses, ha sido y es la ciudad de Kandy.



En el interior del recinto hay un museo dedicado a Raja (fotografía superior), el elefante que transportó la urna con el diente en el Esala Perahera (festival de diez días de duración entre los meses de julio y agosto, que se celebra en honor a la reliquia), este elefante lo hizo durante cincuenta años hasta su muerte en el año 1.988.

 

  


Abandonamos Kandy y la espiritualidad del hermoso Templo de Buda, hoy nuestro destino nos lleva a las tierras altas por una carretera de montaña hasta Nuwara Eliya, ciudad que se asienta a 1.868 metros de altura y que se encuentra a setenta kilómetros de Kandy.


La carretera va ascendiendo vertiginosamente por la montaña, las plantaciones de té descienden por las verdes laderas, el paisaje cambia, las nubes juegan con las cimas y la temperatura desciende y es que las tierras altas en esta época se llenan de nubes y de lluvia. Nuestra primera parada para conocer y admirar una de las cataratas más bellas y las más alta de la isla, con sus 101 metros de caída  conocidas como Ramboda Falls. 

  


 


Las vistas son espectaculares y la cascada es de singular belleza, el verde de la selva contrasta con las espectaculares caídas de agua. Un pequeño sendero recorre la ladera de la montaña y te deja en la parte inferior de la cascada, llueve y casi al instante un calor te seca, no te apetece irte de un lugar así, nuestro buen amigo Kithsiri nos tiene guardada otra agradable sorpresa, comeremos contemplando las cascadas. Impresionante.




A lo largo de estos reportajes os he hablado de la fauna de la isla y es que casi todos los días te encuentras con alguna sorpresa, hoy en la comida pudimos contemplar los quehaceres de una familia de macacos que vive en la parte superior de la cascada, el dilema era: ¿fotografiar o comer? y es que la belleza del lugar es impresionante pero la comida una vez más es un lujo.



Abandonamos con pena Ramboda, los caminos que descienden entre las plantaciones de té, las palmeras, las casas en la selva, el verde diferente al nuestro, la lluvia, la belleza de las cascadas y esa familia de macacos, pero hay que seguir y ahora iremos a visitar una plantación de té.


Nos detenemos y para nuestra sorpresa la mujer encargada de mostrarnos la elaboración del té habla algo de español, español que va aprendiendo de los turistas que hablamos este idioma y llegamos a la isla, curioso, pero se defiende y bien, mucho mejor que yo en mi cingalés, ya aprendí cuatro palabras que repito casi de carrerilla. 


Sri Lanka es el mayor exportador de té del mundo, lo cual hace una idea de la importancia de este producto en la economía de la isla, el té de Sri Lanka tiene fama mundial y la hoja verde cotiza en la Bolsa de Colombo y es de una calidad que esta fuera de toda duda. Durante la visita nuestra guía nos muestra como se hace la selección, el secado y todo su proceso de transformación hasta que se empaqueta y se envía a sus destinos en forma de té negro, té blanco, té verde o alguna que otra variedad. 


Fueron los británicos los que trajeron el té a la isla para sustituir las plantaciones de café diezmadas por una plaga en el año 1.870. Para su cultivo trajeron con ellos emigrantes de la India de origen tamil y son las mujeres tamiles las que aún hoy en día recogen con sus manos y colocan en sus cestas de rafia los veinte kilos diarios de hojas de té que llevan a las plantaciones.


La carretera sigue ascendiendo ladera arriba flanqueada por inmensas plantaciones de té mientras la luz del sol comienza a languidecer y entramos en Nuwara Eliya, ciudad que fundaron los británicos en el siglo XIX y que es conocida como la "Pequeña Inglaterra" a 1.868 metros de altura y debajo de la cumbre del Pidurutalagala (2.524 m.) la montaña más alta de Sri Lanka. Ya casi de noche llegamos a nuestro hotel "Jetwing St. Andrews" de estilo victoriano que se puede contemplar en las habitaciones y espacios comunes (sala de billar, pub, restaurante). Para nuestra alegría el hotel tenía la chimenea encendida y es que hemos pasado del calor de Habarana o Kandy al fresco,casi frío de las tierras altas. Mañana nos espera otro día emocionante y hay que descansar.



Comentarios

yamajos ha dicho que…
que interesante entrada y preciosas fotos