LAS CASAS COLGADAS
“El arte es la filosofía que refleja un pensamiento.”
Antoni Tàpies
Cuando uno camina por el aéreo puente de San Pablo y levanta la vista no puede dejar de impresionarse viendo colgadas sobre la foz del Huécar, un conjunto de tres casas colgadas del abismo que sin ninguna duda son el emblema de la bella y monumental ciudad de Cuenca (Patrimonio Mundial de la UNESCO).
El conjunto de las tres casas (la Casa de la Sirena y las dos Casas del Rey) que existen en la actualidad fueron construidas en mampostería con sillares en las esquinas y asentadas en ménsulas, con característicos balcones de madera y suspendidas de la roca. Se desconoce el origen de las mismas, aunque hay testimonios que ya hablan de ellas en los siglos XIV y XV.
Las casas han sido remodeladas con el paso del tiempo, la última de ellas a principios del siglo XX. Fue entonces cuando el ayuntamiento de Cuenca decidió adquirirlas para evitar que fuesen demolidas. Se cree que en la antigüedad la ribera del Huécar estaba flanqueada por más casas colgadas.
Cuenca es una ciudad de leyendas y curiosamente una de estas casas, la conocida como "Casa de la Sirena" tiene una. En ella se cuenta que el infante Enrique de Trastámara en una visita a esta ciudad quedó prendando de una bella muchacha, de nombre Catalina y el príncipe se enamoró de ella a primera vista y no cejó hasta que la hizo su amante, con el consentimiento del padre de ella. Catalina se quedó embarazada, Enrique marchó a la guerra ordenando antes de irse que se la mantuviese encerrada para que no se conociera este hecho en la ciudad. Tras matar a su hermanastro, Pedro el Cruel, el infante Enrique se convierte en rey, contrae matrimonio con Doña Juana y tienen un hijo olvidándose de Catalina y su hijo bastardo, de nombre Gonzalo. El rey muy supersticioso hace caso de un adivino que le dice que ve que ha matado a su hermanastro y que lo mismo podría pasarle a su hijo y recuerda que tiene otro hijo en Cuenca. Ordena a sus hombres que vayan a la ciudad y lo maten, estos obedecen y se llevan al niño para matarlo, durante días y días se escuchaban los gritos de Catalina que desde las ventanas de esta casa llama desconsoladamente a su hijo, hasta que una noche, presa de la desesperación y la locura se precipito al vacío.
Cuentan que aún hoy en día en las gélidas noches de invierno se escuchan los lamentos de Catalina rebotando contra las rocas de la Hoz del Huécar
Comentarios
Feliz verano.
Un fuerte abrazo
Besos
Un abrazo y feliz fin de semana.
Ramón
Saludos.