EN LA ESPESURA DEL BOSQUE

 “Fui a los bosques porque deseaba vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido.”

Henry David Thoreau

Una pareja de arrendajos ya ha advertido de mi presencia en el bosque, los caminos están llenos de ramas y mis botas las hacen crujir a mi paso, los inquietos pájaros emiten su señal de advertencia a pesar de mi ruidoso silencio, mi caminar lento apenas entre las hayas que se agolpan en el bosque desnudo que espera impaciente la primavera después de las últimas nevadas, por todos lados hay ramas caídas de los árboles, ya hace tiempo que no se nada de la pareja de acusadores, miro el camino y me parece ver una sombra que al verme se levanta y se apresura a recorrer la distancia que le separa de una enorme piedra, el zorro antes de ocultarse vuelve la mirada hacía el lugar en el que me encuentro y escapa, prosigo mi caminar lento en el interior del bosque ya muy cerca de la cresta que me separa del nuevo valle y allí entre la espesura del bosque comienzo a percibir unas sombras, silencio, tal vez mi escuchen el latido fuerte de mi corazón como yo lo escucho, intento encontrar entre el lugar en el que me encuentro y ellas una línea despejada entre los árboles, pasan, una, dos, tres, cuatro... y así hasta casi una docena, la nieve les ha echo cobijarse en la profundidad del bosque, apenas si percibo su movimiento entre los árboles, se van, me agacho y allí en el suelo contemplo tres huellas en el barro, no mucho antes que yo ha estado merodeando el gran felino de estos bosques. Subo hasta la collada siguiendo las frescas huellas de un enorme lobo...

Carlos