UN RATIN POR EL HAYEDO DE VALPORQUERO

La última vez que subí a Valporquero de Torío en mi cámara llevaba un carrete de veinticuatro fotografías y la carretera aún pasaba por el pueblo de Felmín, como la gran mayoría de la mucha gente que sube hasta este precioso pueblo de la montaña leonesa iba a entrar en las profundidades de su impresionante cueva, donde gasté las veinticuatro fotografías de mi cámara escogiendo en el recorrido muy bien los lugares que deseaba fotografiar, siempre me digo, tengo que volver, tengo que volver... volveré.

Aunque en esta ocasión la cueva no era el motivo de la visita, sino el hayedo, el hayedo que esta sobre las cuevas y que es toda una preciosidad, más si cabe cuando nada más penetrar en el te encuentras con que el sol te hace un curioso guiño penetrando entre las desnudas ramas de las hayas y provocando un curioso arco iris. La ruta es para disfrutar, cortita, señalizada, aunque os confieso que a mi siempre me apetece salirme de lo marcado y caminar rebuscando, los hayedos son pisables, disfrutables, muy recorribles y en cualquier rincón al que mires siempre aparece algo interesante, hojas, alguna que otra seta en preciosos bodegones otoñales y eso que este otoño hasta la fecha (y toco madera) ha sido seco, seco, pero ellas ahí están.

sigamos, ya fuera de cualquiera de los trazados, pisando hojas caídas de la ramas de las hayas, siento una enorme admiración por este árbol tan inquieto, me sorprende ver siempre sus formas tan curiosas, tan rebuscadas y como su raíces se cuelan por las rocas... rocas cubiertas de musgo que invitan a imaginar curiosos seres que viven en el hayedo, pero hay que seguir y lo vamos haciendo de haya en haya...

la ruta es totalmente improvisada, no solo has de presta mucha atención a lo que hay en el subsuelo, sino también al cielo, sobre las enormes piedras cubiertas de musgo, los helechos emergen como queriendo protegernos de un sol, que a la hora que es ya casca y se agradece...

aunque no debemos de confiarnos, estamos en León y si, los prados están blancos de pura helada y aquellos lugares no tocados por la varita del sol presentan un blanco muy característico de este país leonés, del frío al calor en segundos.... 

continuamos recorriendo el hayedo, pisoteando una y otra vez las hojas y deteniéndonos frente a las enormes rocas cubiertas de musgo verde o es la enorme cabeza de un dinosaurio apoyada sobre el manto de hoja... shhhhhhh por si se despierta.

así es imposible caminar, o te paras o te paras, setas, setillas, hojas de todos lo colores, musgos, líquenes... es un no parar.

si, vengan, vengan, aquellos que no se creen lo del cambio climático, no llueve y hace sol, aunque por la noche aquí refresca y en algunos árboles ya brota la nueva hoja primaveral... de locos.

otra curiosidad de las hayas, no hay dos iguales, una a la derecha, otra para la izquierda que no vamos a crecer las dos igual, pura competencia en hayedo....

cuesta no detenerse a cada instante, siniestros personajes se ocultan tras el musgo y observan tus pasos, aquí es mejor no dejar crujir la hoja y pasar como quien no pasa y shhhh silencio, mucho silencio....

se nos acaba el tiempo, y mira que seta más curiosa, parece que la han comido y mira esa otra que parece que va a rodar cuesta abajo, anda, acaba ya que a las tres tenemos mesa en Casa Nimman a las tres y media, coime si son las tres y veinte...

Si alguna vez vais a Valporquero no dejéis de visitar la cueva, dedicar un ratín a caminar por su hayedo pero id a comer allí, pedir su hamburguesa de calamares que está para chuparse los dedos y el flan de caqui un lujo.... y ahora que lo pienso si, tengo que volver otra vez a Valporquero.