LA MADRE










Empieza a caer la noche sobre el robledal, ya hace tiempo que el sol se oculto tras las montañas y las sombras comienzan a dar cobijo a la oscuridad, la tierra seca, otro día de calor en este otoño seco, el bosque clama de sed y mira a las nubes, los caminos se endurecen, después de tantas horas caminando, desciendes pensativo, abstraído por un paisaje que no tendría que ser este que contemplas, un otoño raro, extraño, ausente donde los árboles se desprenden de sus hojas impunemente, pasando sin rubor del verde al marrón ocultando otras tonalidades y  las hojas que golpean el suelo apenas crujen al pisarlas, de secas, mientras tu pasas un pequeño arroyo que saltas obviando el puente, apenas si baja un hilito de agua piedras abajo, entonces te giras y miras y la ves como  sube ladera arriba seguida por su cría buscando ya el cobijo del bosque, entonces se detiene y te mira, vuelve a seguir su camino para detenerse detrás de un pequeño roble y desde allí continúa su camino siempre ladera arriba hacía el robledal para desaparecer en la frondosidad de un bosque clama agua y pasa sed.

Carlos


Comentarios

Sara ha dicho que…
Qué privilegiados fuimos esa tarde noche, después del sufrimiento... el premio al esfuerzo.
Mi abrazotedecisivo
Unknown ha dicho que…
Precioso relato Carlos, las imágenes sensacionales y la musica como siempre... la adecuada.
Un fuerte abrazo amigo