SEISCIENTAS SEIS GOTAS
La primera confieso que me sorprendió, me había sentado distraído al sol en el suelo pegado al muro de una cabaña en el único lugar seco que había, el resto se encontraba cubierto por el manto blanco de un intensa nevada caída la noche anterior, un tímido sol intentaba calentarme después de varias horas sumergido en el hielo y nieve, y si, me sorprendió, pero lo hizo más la segunda cuando impacto sobre mi cara, entonces fue cuando alcé la vista en el preciso momento en que una tercera impactaba directamente en mis ojos que también se sorprendieron, intentando en vano cerrarse al sentir su humedad y aún así dejé que una cuarta acariciara mi rostro, las siguientes impactaron sobre mi sorprendida mochila que descansaba a mi lado y una tras otra fueron cayendo sobre ella, decidí entonces iniciar la cuenta y empezando en uno la acabé en tres, justo en el momento en que impactaban sobre ella, mientras el tímido sol seguía en su intento de calentar a mi y al hielo acumulado en el tejado de la cabaña y de uno de sus trozos se desprendían cada tres segundos una gota que descendía veloz hacía mi mochila, seiscientas seis gotas después el sol se fue y yo con él.
Comentarios
Gota a gota y pisada a pisada se aprende de las andazas.M gusta lo que trasladas.
Un abrazo de luz.
Las imágenes no pueden ser más invernales.
Besos
Saludos.