LA ESPERA
Envejecieron juntos, él y un viejo retrato de boda, también el reloj que continuaba tañendo las horas en la escalera que subía a la habitación, envejeció casi a la vez que la casa hace años bulliciosa y que ahora callaba sus silencios excepto por algún crujido espontáneo de la envejecida madera del techo, pero ahí seguía, arrastrando sus pies de un lado a otro de la casa, esperando. Envejeció tanto que casi no recordaba su niñez, tanto que a sus recuerdos de juventud no le ponía imágenes en color, tanto que se acostumbro a la desacostumbrada perdida continúa de amigos y familiares, en un desalocado orden, hasta que un día solo quedó él y entonces comenzó a perder lentamente la esperanza, el tiempo fue pasando y ahí seguía, unas veces apoyado en el marco envejecido de la puerta, otras mirando el horizonte desde los viejos cristales de la ventana que daba al patio y las que más sentado en silencio escuchando a los pájaros que osaban acercarse aún a su descuidado jardín. Ahora apenas se fijaba en las preciosas flores que lo invadían, tampoco se alegraba con el canto de los pájaro y nunca hablaba con las nubes como solía hacer cuando era joven, acaso alguna vez se quedó murmurándole a una que descuidada pasó cerca de su casa y él entre dientes la maldijo, como maldijo aquel día en que una nube negra, muy negra se posó sobre su casa para llevarse a su mujer, ese día dejó de mirar el viejo retrato de boda, dejó de dar cuerda al reloj de madera que aún así se obstinaba en seguir marcando las horas y ese mismo día decidió que él y la casa envejecerían juntos esperando que otra nube negra, muy negra se posase finalmente sobre ella. Y como el tiempo no se detiene, los días fueron pasando y llegó, fue al amanecer de un oscuro día otoñal cuando una negra nube decidió detenerse encima de la casa, segundo antes el reloj de la escalera se detuvo justo a las siete y diez, justo en el preciso momento en el que un estruendoso crujido estalló dentro de la casa, las viejas vigas de madera del techo decidieron por su cuenta y sin hablar con él que dejaban de sostener el destartalado tejado de la casa.
Comentarios
Un saludo:)
Muy buena y triste historia de amor.
Besos