LA ESPERA


   Envejecieron juntos, él y un viejo retrato de boda, también el reloj que continuaba tañendo las horas en la escalera que subía a la habitación, envejeció casi a la vez que la casa hace años bulliciosa y que ahora callaba sus silencios excepto por algún crujido espontáneo de la envejecida madera del techo, pero ahí seguía, arrastrando sus pies de un lado a otro de la casa, esperando. Envejeció tanto que casi no recordaba su niñez, tanto que a sus recuerdos de juventud no le ponía imágenes en color, tanto que se acostumbro a la desacostumbrada perdida continúa de amigos y familiares, en un desalocado orden, hasta que un día solo quedó él y entonces comenzó a perder lentamente la esperanza, el tiempo fue pasando y ahí seguía, unas veces apoyado en el marco envejecido de la puerta, otras mirando el horizonte desde los viejos cristales de la ventana que daba al patio y las que más sentado en silencio escuchando a los pájaros que osaban acercarse aún a su descuidado jardín. Ahora apenas se fijaba en las preciosas flores que lo invadían, tampoco se alegraba con el canto de los pájaro y nunca hablaba con las nubes como solía hacer cuando era joven, acaso alguna vez se quedó murmurándole a una que descuidada pasó cerca de su casa y él entre dientes la maldijo, como maldijo aquel día en que una nube negra, muy negra se posó sobre su casa para llevarse a su mujer, ese día dejó de mirar el viejo retrato de boda, dejó de dar cuerda al reloj de madera que aún así se obstinaba en seguir marcando las horas y ese mismo día decidió que él y la casa envejecerían juntos esperando que otra nube negra, muy negra se posase finalmente sobre ella. Y como el tiempo no se detiene, los días fueron pasando y llegó, fue al amanecer de un oscuro día otoñal cuando una negra nube decidió detenerse encima de la casa, segundo antes el reloj de la escalera se detuvo justo a las siete y diez, justo en el preciso momento en el que un estruendoso crujido estalló dentro de la casa, las viejas vigas de madera del techo decidieron por su cuenta y sin hablar con él que dejaban de sostener el destartalado tejado de la casa.

Leona Lewis - Better in time

Comentarios

MoniRevuelta ha dicho que…
Que hermoso, aunque triste, relato, Carlos. Esa maldita soledad nos acecha a todos. Aún así...me pregunto qué pensaría el protagonista cuando miraba al horizonte por los viejos cristales.

Un saludo:)
VENTANA DE FOTO ha dicho que…
Toda la vida viviendo al lado del ser amado, ahora no tiene sentido sin su presencia.La felicidad está en poder reunirse de nuevo con la persona amada.

Muy buena y triste historia de amor.

Besos

mmhr ha dicho que…
Hola, Carlos. Aunque triste, así es la vida para aquellos que han estado juntos tantos años. Un buen relato. Saludos.
ALBERTO DE MIGUEL ha dicho que…
Guapo y romántico relato. Es triste sí, pero al fin y al cabo la vida es así. Un saludo