TEC-TEQUE-TEC

"Nacen en cualquier parte e ignoran que, sólo por el hecho de crecer allí, aquel lugar queda embellecido. No se aburren nunca, porque no miran a la tierra, sino al cielo y el cielo cambia tanto, según las horas y según las nubes, que jamás es igual a sí mismo. Cuando los hombres buscan la diversidad, viajan. Los árboles satisfacen ese afán sin moverse. Es la diversidad la que se aviene a pasar incesantemente por sus copas".

Wenceslao Fernández Flórez

La lluvia es hoy la que pone la melodía, una lluvia que no debería de ser protagonista, pero que alegría disfrutarla después de tantos días, se alegra el río, se alegra el ciervo que berrea en el monte, se alegran mis botas que pisan con más fuerza cada uno de los ocho millones de charcos, las atrevidas gotas se van posándose sobre el objetivo, el musgo, los párpados, las setas, intentando una y otra vez abrirse camino entre mis ropas como lo hacen en las felices hayas que me encuentro, las descienden desde las altas copas hasta sus enormes y enrevesadas raíces, que guapas están las hayas, la lluvia, esta lluvia inesperada, deseada ya lleva horas coloreando de verdes y marrones el bosque de las hayas, splash, splash, las gotas caen en los charcos, en las hojas, en mi cabeza, en el asta de un ciervo, en el cuerno de una vaca, splash, splash y todo lo que toca lo embellece.

En mitad del bosque hay un claro, en el claro una cabaña, ya hace mucho que el musgo recubre su tejado, que las tejas envejecieron y la madera se fue cubriendo de soledad, aún conserva un viejo banco que cruje al sentarte en el, no esta mojado, desde allí el bosque es diferente, es atemporal, te sientas y puede pasar de todo, un pequeño zorro que cruza despreocupado el claro, la niebla que avanza lentamente por el bosque y allí se para, sigue lloviendo, del tejado olvidado caen gotas que descienden hacía el suelo, escucho el tec-teque-tec de cada gota cayendo mientras me adormezco, creerme a mi la lluvia me da sueño...